Mi experiencia con animalesMi experiencia con las Flores de Bach en Animales domésticos

Fue a finales de la década de los 80, cuando conocí “las Flores de Bach”. En ese momento, aún no se conocían, y yo nunca había escuchado hablar de ellas...

Por esos tiempos yo atravesaba una crisis  personal, que se reflejaba en mi cuerpo con permanentes cólicos de todo tipo, los cuales después de varios meses, me ubicaban en una situación “desesperada”. Mi médico me decía que el origen era “nervioso”, y no había mucho más que hablar... sólo padecer y soportar la sintomatología.

En mi lugar de trabajo (una casa-museo en las sierras de Córdoba, Argentina), llegó una visitante, de origen germánico, que andaba por los jardines mirando las plantas y con un libro en la mano (en alemán, por supuesto) y que conversaba diariamente conmigo sobre qué plantas estaban presentes en la zona, buscando “algunas” que estaban en su libro. Recuerdo haberle ayudado a identificar algunas, ya que conozco bastante de ellas, por haber estudiado Agronomía y haber sido un entusiasta en las Cátedras de Botánica General y Sistemática.

En un momento, en  donde me daban los cólicos, estaba yo en una  conversación con ella,  y me comenta que quizás me podía ayudar con lo que me estaba pasando, si yo accedía a tener una conversación con ella. A lo que en ese momento accedí, ya cansado de meses de padecer esos dolores.

Terminamos la conversación, con un frasco de preparado de Flores de Bach en la mano, y la promesa de tomarlas varias veces por día, para experimentar qué podía suceder...

Me comentó de que no había un principio químico activo en ese preparado, sino la armonía de las vibraciones de las esencias de flores presentes allí. Para mí fue algo extraño, difícil de comprender en ese momento (mi formación original de la escuela media fue en Química), pero el malestar y las ganas de estar mejor pudieron contra todas mis creencias del momento.

Un día y medio después, mi vida había dado un vuelco, que en ese momento no pude dimensionar. Sólo la felicidad de no tener más sintomatología... ni huellas de los cólicos.

Obviamente regresé a esa señora (Ingelore Mayer, era su nombre), a comentarle de los sorprendentes resultados. Y me dijo: “las Flores de Bach, te van a cambiar la vida”.

Pocos días después, Ingelore termina su estancia en las sierras y regresa a su ciudad a continuar con su vida de profesora de Yoga y Danza Clásica.

Por supuesto que quedé intrigado de cómo seguir en ese camino ya iniciado con las “Flores del Dr. Bach”, y pocos días después me enteré de que una Lic. En Farmacia y Bioquímica, que vivía a unos 120 km. de mi casa, estaba utilizando éstas flores, a partir de su regreso de vivir por años en Inglaterra y Suiza.

En un par de semanas nos estábamos conociendo, y al ser ella una persona relacionada más con la ciencia, pude preguntarle muchas cosas que me habían quedado sin respuesta, en mi anterior y primer contacto.

Una de ellas, era el “efecto placebo”... mi pensamiento formado en Química me decía que era imposible que algo que no tuviera sustancia, pudiera tener acción concreta sobre mi organismo, mis pensamientos o mis emociones.

Los principios de la medicina floral del Dr. Bach son muy simples: actúan sobre la persona o ser (animal o vegetal) y no sobre su sintomatología. Hay que indagar “cómo sufre el que sufre”, decía el Dr. Bach. También decía que sólo podemos corregir nuestros “defectos” (desequilibrios anímicos o mentales), desarrollando la virtud contraria. Por ejemplo. Podemos vencer el miedo, desarrollando el valor y el coraje.

¿Y cómo podemos lograr esto?

Con las esencias florales que él descubre entre 1928 y 1935. Un sistema que abarca treinta y ocho esencias que cubren todo el espectro de pensamientos y emociones en desequilibrio.

En la conversación inicial, Matilde Alvarez Serra, Licenciada en  Farmacia y Bioquímica; a mi indagatoria sobre el efecto placebo de estas “flores”, me propone un ejercicio: que tratara a mis animales y las plantas del jardín con ellas, y que viera por mí mismo los resultados.

En esos tiempos, me dedicaba a la cría de gatos de raza: Siameses, Orientales y Bobtail japoneses, que debían de convivir en un espacio por momentos algo reducido, sobre todo en invierno, ya que vivía en una casa pequeña en el campo, en una zona muy fría (con temperaturas habituales por debajo de los 0º C desde Abril a Octubre, lo que hacía la crianza de éstos animales algo delicada, dada su poca resistencia a los climas muy fríos (sobre todo siameses y orientales, originarios del Sudeste Asiático).

Es bien sabido que muchas veces, el hacinamiento es un alto productor de stress, tanto en animales, como en seres humanos, y ese era uno de los puntos sensibles en mi criadero.

Comencé a utilizar las flores con ellos, y los perros con los que convivían. Una de mis políticas como criador, era desarrollar animales para compañía y con un alto grado de adaptación a convivencia con otros animales y humanos, lo cual era una de las características de mis animalitos, su buen carácter. No obstante esto, el esfuerzo para lograrlo era muchas veces de una dedicación casi exclusiva, ya que las jerarquías entre los gatos criados en grupo son notables. El tema es que al comenzar a utilizar las flores, mejoraron notablemente las relaciones “difíciles”, entre algunos de mis gatos. Al punto que algunos de ellos, comenzaron a “pedirme” las flores, cuando estaban estresados por algo.

Uno de los casos más notables fue el de una hembra siamesa, que era muy sumisa y estaba en la última escala de la jerarquía del grupo. Que un día comenzó a “robarme” un frasco específico del set de Flores de Bach. La esencia que robaba era Centaury, la flor para los que son muy serviciales, y que usualmente los demás “pasan a llevar”(abusan de ella). Durante una semana le oculté el frasco, y sistemáticamente lo encontraba en los lugares más absurdos en los que lo había escondido. Finalmente accedí a dárselas, y cosa curiosa: sin ninguna tensión extra, la gata dejó de ser el blanco de las agresiones de las otras hembras, y nunca más crió gatos de otras. Cosa que había sucedido sistemáticamente durante los dos años anteriores; era común que las otras hembras siamesas la tuvieran de “baby sitter”. Le dejaban sus cachorros en plena crianza, y se iban a hacer su vida, disfrutando de su “nana-nodriza”, que les hacía hasta el trabajo de amamantar a sus crías...

Asimismo, utilizando las esencias en mi jardín, logré hacer crecer plantas que me eran muy gratas, en una zona donde las bajas temperaturas no permitían que prosperaran de modo alguno.

Al cabo de casi un año de experimentación con mis animales y plantas, un día estaciona un auto en mi portón de entrada, y baja una familia completa a pedirme que los tratara con las Flores de Bach. Nunca había pasado por mis pensamientos, ni siquiera la fantasía de hacer éste trabajo, y por supuesto que me negué rotundamente a hacerlo.

Esta gente insistió, me dijeron que confiaban profundamente en mi capacidad para ayudarlos, y me pidieron por favor que les preparara las Flores. Como comenté anteriormente, mi casa era muy pequeña, así que terminé usando el jardín como lugar de consulta, ya que tenía unos sillones muy cómodos...

El tema es que a partir de ese día, empezaron a llegar a mí, personas y mascotas con problemas de todo tipo, y nunca más dejé de trabajar con las Flores de Bach™.

De éstos sucesos, ya han pasado algo más de 18 años, las Flores del Dr. Bach “me tomaron por su cuenta”. Años después, en la década de los 90, aparecen los cursos que la Fundación Dr. Edward Bach, desde Inglaterra, empezó a impartir en todo el mundo, y por supuesto me presenté a tomar los cursos para validar mis conocimientos, que hasta ese momento había logrado en forma autodidacta. Mi mayor sorpresa fue descubrir que estaba haciendo correctamente mi trabajo, sin apartarme de la metodología y filosofía de su creador.  Durante ese tiempo, mis profesores europeos, me proponen que me presente a concurso para ser entrenador de éstos cursos en el Cono Sur de América (Chile, Argentina, Uruguay), cosa a la que me negué en un principio, y que por respeto y afecto hacia ellos, me presenté, logrando las calificaciones y habilidades para ello. Y no pude volverme a negar... las Flores seguían mostrando cuál era mi camino en la vida...

Ya han pasado 8 años de éste momento, y me hace sentir pleno y feliz el hecho de haber tenido y tener cada día, la oportunidad de ayudar a mejorar la calidad de vida de personas y animales domésticos fundamentalmente, aunque de vez en cuando me llega alguna consulta sobre plantas...

Mi amor por los animales siempre está junto a mi tarea. Permanentemente estoy dando auxilio a alguna familia aproblemada con su mascota, que tiene dificultades de adaptación o comportamiento. Y una buena selección de las flores, suele ser el camino para allanar estas dificultades, de manera simple y natural.

Muchas veces sin embargo, el animalito es simplemente un emergente (el que hace los síntomas) de los problemas de ese núcleo de personas con los que convive, y se hace necesario ayudar también a los humanos con ellas. Los Veterinarios Comportamentalistas saben bien de esto ya que, muchas veces, las mascotas, al igual que los niños pequeños, suelen ser los que ponen en evidencia que “algo anda mal” en el núcleo de la familia o grupo humano en el que viven.

Gustavo Masieri